Inicio

lunes, octubre 30

Fascista culinario

El fascismo alimenticio es una corriente autoritaria que corre por mis venas y fue heredada directamente por la vía materna. Dulcemente mi madre preparaba los alimentos más variados para darnos una rica, variada y nutritiva dieta. Sin embargo, había reglas: 1) La comida no se debe desperidiciar, todo lo que está en el plato debe terminar en el estómago (sin excepción), 2) La frase "no me gusta" queda exiliada del vocabulario (el gusto no tiene nada que ver en esto) 3) Las cosas se comen como deben de comerse (nada de ponerle catsup al arroz o inventar que la pasta puede comerse con tortilla). Con esta tríada de rigurosos principios, aprendí a sobrevivir en la mesa.

Ahora, me confieso fascista. Por más que lo intento, no puedo deshacerme de la tríada, y mucho menos puedo tolerar que los demás no la sigan. Soy particularmente riguroso con la tercer regla. Me puede cagar que le pongan chile a la lasagna; y no me chinguen con inventar que les gusta ponerle "jugo maggi" a la sopa; ¡¿salsa inglesa a la pizza?! El colmo: palomitas a una pasta frutti di mare. ¡Mierda!, ¡Jamás!

Mi grado de intolerancia alcanza límites insospechados cuando se trata de comida que yo he preparado. ¡Heil!

P.D. Tengo un particular problema con el vegetarianismo, pero ese tema es digno de un post propio.

martes, octubre 24

Jugar desde la banda

El prerrequisito para jugar un juego es creer que el juego es lo suficientemente valioso como para ser jugado. Quien juega el juego tiene un conjunto de fichas, valores, posibilidades y limitantes. Las diferencias entre unos y otros son las que dinamizan al juego: algunos quieren ser diferentes, otros los envidian por serlo. Todos buscan ganar, acumular poder, alcanzar la cima, imponerse. Con el objetivo de que sus propios intereses sean beneficiados por el hecho mismo de que se juega el juego.

Bien, ¿pero qué sucede cuando alguien simplemente no cree que vale la pena jugar? Qué caso tiene desvivirse por un trabajo, comprar una casa, vivir en una zona "decente", ¿Si se puede ser hippie? Entonces uno puede decidir ser hippie, las reglas: uno no puede bañarse, no puede decir que desea algo mundano, debe fumar marihuana, debe cagar en el parque, etc... El resultado: un nuevo juego para quien cree no vale la pena jugar otro, ¿Pero qué tal si no vale la pena ser hippie? ¿Ni siquiera vale la pena ser humano? Juguemos a ser oso. Las reglas: acampar durante el verano en un bosque septentrional, caminar entre osos, odiar a los humanos, hablar como estúpido a los animales, tener pedos mentales...

Pero entonces, ¿es imposible creer que no vale la pena jugar un juego y aún así participar en él? La respuesta es sí, pero no. Uno puede "decir" que no vale la pena jugar el juego, pero hasta que uno no se salga de éste, realmente no lo cree, porque lo sigue jugando.

¿Entonces qué sucede con las personas que critican todo el tiempo las cosas que los demás hacen; y dicen que pierden el tiempo, mientras se regodean en un sentimiento de superioridad moral porque creen que son los únicos capaces de ver que el juego es estúpido mientras los demás pendejos corren tras la pelota..?

domingo, octubre 22

Goooodbye neurons (al ritmo de Q Lazzarus)

Sigo en el trajín de los que se van y luego regresan y luego se van y luego voy yo y luego me voy. Nada como las distancias para mantenernos a todos en movimiento, ¿no?

Puedo contarles que amanecí con un durísimo golpe en la cabeza. Todo pasó en algún momento de la madrugada que no recuerdo. Parece que entré a mi cuarto, aunque no lo tengo muy claro, y que de alguna manera mi cabeza se estrelló con el buró y me dí justo en la sien izquierda. Todo el día he tenido dolor, y especialmente al masticar. Por el momento solo estoy preocupado porque seguramente soy más pendejo hoy que ayer, entre las neuronas muertas debido al alcohol y las del madrazo, seguro que voy a empezar a babear.

Creo que no tengo muchas cosas interesantes que contar, más que las que ya saben muchachos. A veces pienso que es ridículo escribirles a las personas a las que veo casi todos los días y platicarles sobre las cosas que vivo con ellas. Es un poco reiterativo el asunto, ¿no les parece?

martes, octubre 10

Palabrejas

Tiene rato que no los deleito con mis palabrillas, la verdad es que mientras más interesante se pone la vida carnosa, menos me atrae el tintineo de la vida virtual. Resulta que entre el régimen alimenticio, los viajes de 14 horas en autobús, el ataque de los tábanos, las vueltas a Chapultepec en bicicleta, los avances en la tesis de maestría, la exigencia de una cuarentena de alumnillos, las demandas administrativas de un departamento y la viciosa necesidad de dormir al menos 7 horas cada noche (entre otras actividades que no me permito relatar en este espacio, ya sea por olvido, ya sea porque no es propio), poco tiempo me ha quedado para dedicar un tiempo a pinchar el teclado de mi computadora buscando decir algo filosófico, poético o interesante.

Puedo decirles que extraño a más de una personilla. Se han ausentado de mi vida más de uno(a). En algunos casos la partida parece ser definitiva, en otros solo está siendo momentánea, y en otros todavía no es, pero lo será :’(

Puedo decirles que estoy sintiendo algo llamado hartazgodelapinchesituaciónhistóricademéxico acompañado por una extraña sensación de ganasdeautoexilioyeternarenegacióndeestedesgraciadopaís. La mierda a la mierda, de una vez por todas, y si no es así, pues por lo menos me taparé los oídos un par de meses. Así es que ya saben, nada de política, economía o discusiones acerca del futuro-pasado-presente de México. Tristemente acabo de comprar una suscripción al Reforma, a quién esté interesado, me desharé de todas las secciones menos las de Estilos de Vida, Club y Cancha (apúrense, antes de que Gerardo se apunte).

Muchos saludos a todo(a)s, chicos y chicas. A los que nos vemos y a los que andan dispersos por el mundo.

lunes, octubre 2

Parkour



O la llegada de los simios a la urbe...
Aquí el artículo de Wikipedia, para que se cultiven :P
O aquí la página de uno de sus creadores

Oye Lucas...