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domingo, julio 30

De la malacopa


El repertorio de comportamientos irracionales producidos por el alcohol es bastante cosiderable. Los que recuerdo en ese momento son: euforia, exhibicionismo, agresividad, tristeza, hilaridad, somnolencia, calentura, poliglotismo y antojos de comida grasosa. Siempre he partido del supuesto de que el alcohol actúa como una lupa magnificante que al concentrarse en un sentimiento, lo potencia. Es como un catalizador de emociones y el resultado de la embriaguez depende de cada coctel personal de sensibilidades. Si uno está triste, el resultado de la peda serán las lágrimas. Si uno está enojado, pues la violencia; y así sucesivamente.

La tan temida malacopa no es más que ciertas emociones que no coinciden con el estado de ánimo requerido para estar en una fiesta: ya sean la agresividad, el llanto excesivo o la necedad (entre otros). Creo que lo verdaderamente difícil es que es una situación casi azarosa: uno nunca sabe dónde va a detenerse la bolita en la ruleta.

Existen aquellos que creen que pueden controlar todos los factores que rodean al buffet emocional durante la borrachera. Yo más bien creo que es un asunto coyuntural, pero que está muy influenciado por los estados de ánimo que preceden a la peda. Como quién dice, si estás deprimido, mejor no te embriagues.

Obviamente el exceso es el exceso, ¿no?

Saludos

jueves, julio 20

El quinto metacarpiano



La ira es tan ciega como el amor; e igual de bruta al no reparar en el daño que puede provocar a uno mismo. Así lo atestigua la fractura que he tenido que aguantar por casi 4 semanas.

Resulta que estaba yo "chupando tranquilo" cuando, harto de recibir 4 zapes consecutivos, di un golpe en respuesta. Un golpe inocuo, tengo que decirlo. A cambio, un derechazo a la nariz; y sin darme cuenta, de repente me enontraba dando rodillazos a la cabeza de mi agresor.

Unos minutos después, mi mano hinchada como una sandía. El veredicto de los jueces: "aprende a pelear cabrón, para que no te andes lastimando". El veredicto del doctor: fractura del quinto metacarpiano, a.k.a. fractura del boxeador, clasificada entre las llamadas fracturas de la frustración.

Un boxeador frustrado que debe aprender a pelear y un iracundo ciego que se lastima a sí mismo; ésos soy yo.

Ya puedo mover la mano nuevamente, aunque no sin dolor, ya que la inmovilización produjo, además, engarrotamiento (por si la jodienda de hacer todo con la mano izquierda no fuera suficiente).

Moraleja: si tienen algún otro objeto a su alcance, no duden en usarlo en vez de su puño cerrado.

lunes, julio 17

:'(

Devuélvanme a mi chica.
No sé si la he perdido yo, o es ella la que me ha perdido a mi.
:'(