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lunes, diciembre 19

The Pink Zone

Pocos traumas en la vida superan al de una mudanza...

Sobre todo cuando tres años te han familiarizado con el escándalo de los bares nocturnos, las múltiples celebraciones, marchas, ferias (y demás eventos públicos) que ocurren por aquí.

La Zona Rosa tiene poco de entrañable, pero sí mucho de particular. Uno es arrullado por el estrenduoso punchis-punchis y despertado por el dulce sonido de "avance, avance, avance". En las calles uno puede toparse tanto a coreanos y oficinistas, como chicas bailarinas de table dance, turistas y un chingo de miembros de la comunidad lésbico-gay. Rodeada de sexshops, Oxxos, parquímetros, casas de cambio, bancos, restaurantes y muuuuuuuuucho polvo, mi "ratonera" (como fue bautizada infamemente) habrá de ser abandonada.

Digamos que estoy contento (¡muy!) por la mudanza, pero no puedo dejar de pensar que este rincón olvidado por Dios es y será hogar de buenos recuerdos...

Saludos